El sol golpeaba con todo su ímpetu, azotando nuestras cabezas, y nuestras manos cargadas con lo que serían nuestras provisiones para el día.
Nos dispusimos en el punto de encuentro que sería la entrada al Valle de la Pereira, donde bajo la sombra, esperamos que las personas fueran llegando.
Al final, fuimos catorce personas las que empezamos el recorrido.
La primer estación fue en ese mismo lugar, donde intentamos conocernos con una pequeña actividad donde nos preguntamos los unos a los otros sobre cosas pequeñas como la edad, el lugar de residencia, su comida favorita, sin embargo estas pequeñas cosas son las que nos ayuda a abrirnos mejor los unos a los otros.
Posteriormente, realizamos unos carteles de madera, donde escribimos y dibujamos sobre las cosas que hacíamos y que por las circunstancias, dejamos de hacer en el Valle de la Pereira.
La segunda estación fue en lo que se conoce como “El Platanal”, allí relatamos sobre cómo eran los cultivos agrícolas en la vereda, describimos los cafetales, los maizales, y las personas que con sus manos procuraban que estos dieran buenos frutos.
En la tercera estación, contamos los inicios de la vereda, nos encontrábamos al frente de la casa de Don Javier Santa, la cual fue la primera escuela registrada legalmente en la vereda. En esta estación hicimos carteles mostrando las reglas a seguir en la vereda para una mejor convivencia.
En la cuarta estación, ubicada al frente de la finca de la familia Duque, hicimos unas pequeñas preguntas sobre el recorrido –sobre la información que habíamos compartido con las personas que asistieron- y las premiamos con un pequeño dulce de anís.
En la quinta y última estación nos dedicamos a descansar y disfrutar del panorama ubicado al final de la vereda. Una llanura que aún permanece intacta. Donde pasamos un buen rato compartiendo con las personas que nos acompañaron y despidiendo el día.
